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Cómo prepararte física y emocionalmente para un tratamiento de fertilidad

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Los tratamientos de reproducción asistida implican alteraciones emocionales importantes. Al miedo y al estrés, se suman la sensación de fracaso porque las cosas no salgan como nos gustaría. Antes de llegar a este proceso, lo normal es que ya se haya recorrido un largo camino en busca del embarazo. 

Enfrentarse a un tratamiento de reproducción asistida puede convertirse en una verdadera montaña rusa de emociones, donde se entremezclan la ilusión de la espera del embarazo con la suma de otra decepción si se confirma que no se ha producido.

Un periodo en el que todo influye: desde la búsqueda constante de información donde queremos saber por qué no se ha podido conseguir, los cambios en la dieta, en las rutinas y el ejercicio físico, hasta la programación de las relaciones sexuales, que restará toda la espontaneidad a los encuentros, etc. Todo ello puede suponer un enorme desgaste físico y emocional en medio de un procedimiento de fecundación que, ya de por sí, puede generar bastante estrés.

Por eso, es fundamental saber a qué nos enfrentamos y aprender a controlar todos estos factores psicológicos, que pueden influir de manera muy negativa en la consecución del embarazo. Siendo uno de los motivos por los que entre el 15% y el 45% de las parejas termina dejando el tratamiento.

¿Cómo prepararte físicamente para un tratamiento de fertilidad?

La preparación para un tratamiento de fertilidad depende del tipo de tratamiento, ya que todo depende del tiempo. No es lo mismo una Inseminación Artificial, una FIV o una ovodonación. En el caso de los hombres, el equipo médico le dará unas pautas específicas para dejar la muestra de semen, de modo que el tratamiento se lleve a cabo de manera óptima.

En cualquier caso, en tu día a día puedes realizar pequeñas acciones para sentirte mejor y que todo sea más llevadero. En este sentido, es recomendable llevar una alimentación saludable, evitar la cafeína, reducir el consumo de alcohol y procurar que el descanso y el sueño sean de calidad. Además, es aconsejable hacer ejercicio de manera habitual, como nadar o caminar.

Pero, además, es importante que durante esos momentos de preparación te sientas en forma, motivada y relajada.

Mantener una dieta sana y equilibrada

Antes de empezar un tratamiento de fertilidad, es fundamental cuidar la alimentación. Evita los alimentos con grasas trans y azúcares, y en definitiva, la comida basura. Lo ideal es llevar una dieta rica en frutas, verduras de hoja verde, proteínas y calcio.

Dormir bien

Descansar bien por las noches e intentar dormir 8 horas es fundamental para empezar un tratamiento de reproducción asistida. Intenta fijar un horario para ir a la cama y para despertarte favorecerá que los ciclos se normalicen.

Haz ejercicio con regularidad

El sobrepeso reduce significativamente las posibilidades de quedarse embarazada. Por este motivo, es recomendable que se realice ejercicio de forma moderada a diario. Caminar, nadar o hacer yoga son actividades que favorecen la fertilidad, ya que mejoran la oxigenación y la circulación sanguínea, mejorando el equilibrio hormonal y reduciendo el estrés, que es uno de los principales enemigos de la fertilidad.

¿Cómo prepararse emocionalmente para un tratamiento de fertilidad?

En el terreno emocional, aprender a gestionar la paciencia es fundamental. Estos tratamientos suelen extenderse a lo largo del tiempo, por lo que es necesario aprender a esperar y no agobiarse si no conseguimos el embarazo a la primera. No hay que olvidar que los tratamientos de reproducción asistida llevan su tiempo.

Si tienes pareja, es recomendable que os apoyéis el uno en el otro. Y si estás sola, busca a alguien de confianza al que puedas contarle tus problemas con total sinceridad y decirle cómo te sientes.

Además, hay que tener en cuenta que el estrés influye considerablemente en el éxito de este tipo de tratamientos. Por eso, la tranquilidad es fundamental. Recuerda que cada pensamiento negativo genera un mensaje o estado mental que influirá en los resultados.

Y no olvides que debes tener preparado un “plan B” en el caso de que finalmente no lo consigas. Analiza qué posibilidades tienes de quedarte embarazada, los recursos que vas a destinar y los tratamientos que estás dispuesta a intentar. De esta forma, podrás tener un mayor control de tus sentimientos y seguir adelante.

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