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Alimentación y estilo de vida saludable para cuidar tu salud reproductiva

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¿Sabías que una alimentación saludable es clave para cuidar la fertilidad y aumentar las probabilidades de embarazo? La cuestión es que un porcentaje significativo de mujeres que quieren ser madres no llevan una alimentación sana ni cuidan de su peso. Y muchas veces incluso desconocen que existen ciertos alimentos que pueden ayudan a mejorar su fertilidad o perjudicarla.

El exceso de peso o el bajo peso aumentan el riesgo de infertilidad y dificultan las posibilidades de embarazo. Esto quiere decir que un Índice de Masa Corporal (IMC) menor de 18,5 o mayor de 25 puede influir a la hora de quedarse embarazada. Pero, además, la alimentación tiene que ser equilibrada y acompañarse de ejercicio físico para ayudar a compensar la energía consumida.

El aumento de peso reduce la fertilidad

El peso corporal puede conllevar ciertas complicaciones llegado el momento de buscar el embarazo. Un cambio drástico en el peso, ya sea por aumento o por pérdida, puede ser un factor de infertilidad. Por este motivo, es fundamental tenerlo en cuenta a la hora de intentar formar una familia.

Para que te hagas una idea, la obesidad reduce hasta en un 50% las posibilidades de un embarazo a través de tratamientos de reproducción asistida. Además, los riesgos de aborto son mayores.

Pero también tiene consecuencias en la fertilidad del hombre, pudiendo causar disfunción eréctil y una reducción de la frecuencia de las relaciones sexuales. Se estima que 10 kg de sobrepeso en un hombre, incrementa en un 10% los problemas de infertilidad. Además, la grasa corporal ejerce un efecto en la producción de la hormona liberadora de gonadotropina, que es fundamental para la producción espermática masculina.

¿Cuál es la mejor dieta para aumentar la fertilidad?

No hay fórmulas mágicas ni dietas milagro, sino que el secreto está en sumar pequeños esfuerzos. No existe una dieta única y perfecta para solucionar los problemas de infertilidad. Lo más recomendable es llevar una buena alimentación y ser activo. 

No obstante, el término dieta no debe entenderse como una reducción de peso, sino como satisfacer nuestras necesidades nutricionales. Cada mujer requiere de unos minerales, unos macronutrientes y unas vitaminas concretas.

En algunos casos patológicos, la dieta es un pilar fundamental. Por ejemplo, en mujeres con SOP (Síndrome de Ovario Poliquístico), que muchas veces padecen resistencia a la insulina, o en mujeres con amenorrea debido al bajo peso corporal.

La infertilidad está relacionada con la cantidad y calidad de los espermatozoides. En estos casos, una dieta rica en frutas y verduras puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y los radicales libres.

Vitamina D: clave en la fertilidad

El ácido fólico y otros micronutrientes como el calcio, el hierro y el zinc son fundamentales antes, durante y después del embarazo. Estos micronutrientes o vitaminas tienen un efecto directo en el desarrollo correcto del feto. 

Pero, además, la vitamina D es esencial tanto para la fertilidad masculina como femenina. Se trata de un macronutriente que mejora significativamente la tasa de embarazos naturales y también influye en pacientes que se someten a tratamientos de reproducción asistida. Especialmente en mujeres con SOP, ya que ayuda a regular la hormona antimulleriana.

La mayor parte de la Vitamina D se obtiene de la exposición al sol. Sin embargo, en el caso de los hombres hay que tener en cuenta que un exceso de temperatura corporal puede tener un efecto negativo sobre los espermatozoides.

La importancia del descanso y el deporte

Descansar adecuadamente y evitar los estimulantes como los refrescos o bebidas con cafeína favorece la producción y activación de la melatonina. Conocida como “la hormona del sueño”, es un antioxidante de gran importancia a nivel folicular, cuya concentración se relaciona con la calidad de los óvulos. No obstante, hay que recordar que un exceso de suplementación puede resultar perjudicial.

Por otro lado, hay que mencionar que el ejercicio físico fomenta la producción de mitocondrias favoreciendo la movilidad de los espermatozoides, que ayudan a gestionar correctamente el estrés. El estrés crónico genera un incremento del cortisol, pudiendo llegar a inhibir la ovulación. En este sentido, aprender a gestionar las emociones y dejarse aconsejar por familiares y profesionales psicólogos es la mejor manera de allanar el camino.

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